29 septiembre 2022

DIARIO DE LECTURAS: "Una tarta de fresas y nata" - Umberto Eco.

 Taller de Expresión 1 - Cátedra Reale - Comisión 56


UNA TARTA DE FRESAS Y NATA


 Hace un tiempo, mientras intentaba hablar en la Accademia di Spagna en Roma, una señora me deslumbraba con una luz cegadora (para poder accionar bien su cámara fotográfica) y me impedía leer mis apuntes. Reaccioné con cierta irritación diciendo (como les digo a algunos fotógrafos indiscretos) que cuando yo trabajo deben dejar de trabajar ellos, por aquello de la división del trabajo; la señora apagó la cámara, pero con aire de haber sido víctima de un atropello. Precisamente la semana pasada, en San Leo, mientras se estaba presentando una excelente iniciativa del ayuntamiento para el redescubrimiento de los paisajes del Montefeltro que aparecen en las pinturas de Piero della Francesca, tres individuos me estaban deslumbrando con sus flashes y tuve que recordarles las reglas de la buena educación. Obsérvese que en ambos casos los que me deslumbraban no eran huéspedes de Gran Hermano, sino presumiblemente personas cultas que acudían por voluntad propia a escuchar discursos de cierta altura. Sin embargo, es evidente que el síndrome del ojo electrónico les había hecho descender del nivel humano al que tal vez aspiraban: sin prestar apenas atención a lo que se decía, su único deseo era grabar el acto, tal vez para colgarlo en YouTube. Habían renunciado a entender las explicaciones para dejar constancia en la memoria de su móvil de lo que habrían podido ver con sus propios ojos. Este presencialismo de un ojo mecánico en detrimento del cerebro parece haber alterado mentalmente incluso a personas que de no ser por eso serían civilizadas. Saldrán del acto al que han asistido con algunas imágenes (cosa que estaría justificada si yo fuera una artista de striptease), pero sin ninguna idea de lo que allí se ha dicho. Y si, como imagino, van por el mundo fotografiando todo lo que ven, están condenados sin remedio a olvidar al día siguiente lo que han registrado el día antes. He contado en varias ocasiones cómo dejé de hacer fotografías en 1960, tras una visita a distintas catedrales francesas que fotografiaba enloquecido. De regreso, me encontré con que tenía una serie de fotografías mediocres y no recordaba nada de lo que había visto. Tiré la cámara fotográfica y en los sucesivos viajes me limité a registrar mentalmente lo que veía. Como recuerdo, más para los demás que para mí, compraba excelentes postales. Una vez —tenía once años— me sorprendió escuchar gritos en la vía de circunvalación de la ciudad donde nos habíamos refugiado. Desde lejos vi lo ocurrido: un camión había chocado contra un carro conducido por un campesino que viajaba con su esposa. La mujer había salido disparada, tenía la cabeza abierta y yacía en medio de un charco de sangre y sesos (en mi recuerdo, todavía horrorizado, era como si se hubiera espachurrado una tarta de nata y fresas), mientras el marido la estrechaba entre sus brazos gritando desesperadamente. No me acerqué, estaba aterrorizado; no solo era la primera vez que veía sesos desparramados sobre el asfalto (y por suerte fue también la última), sino que asimismo era la primera vez que me enfrentaba a la muerte. Y al dolor, y a la desesperación. ¿Qué habría sucedido si hubiera tenido un móvil con cámara incorporada como tienen hoy todos los chicos? Tal vez lo habría grabado todo para mostrar a mis amigos que yo estaba allí, y luego habría colgado mi capital visual en YouTube, para delicia de otros adeptos a la Schadenfreude, esto es, al regodeo que se experimenta ante las desgracias ajenas. Y después, quién sabe, a base de ir grabando otras desgracias acabaría siendo indiferente al mal ajeno. 40 En cambio, lo he conservado todo en la memoria, y setenta años después aquella imagen sigue obsesionándome y enseñándome a no mostrarme indiferente ante el dolor ajeno. No sé si los chicos de hoy tendrán aún esta posibilidad de convertirse en adultos. Los adultos, con los ojos pegados al móvil, ya están perdidos para siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario